Pérdida de oportunidades vitales por el tabaquismo entre los beneficiarios de la seguridad social argentina

Abstract

La experiencia sanitaria de los últimos treinta años ha proporcionado nuevas definiciones de la salud, ampliado los objetivos sociales, y mejorado el entendimiento de lo que nos mantiene saludables. En algunas sociedades incluso, la salud está formalmente asumida como un “producto social”, resultado directo de un desarrollo social armónico, constituyéndose en una política de estado “per se”. Esto lleva implícito que dedicar recursos a la salud de la población ofrece beneficios adicionales: mayor prosperidad (ya que una población sana contribuye a una economía dinámica), menores gastos en salud y problemas sociales, y un clima general de estabilidad social y bienestar para los ciudadanos. Desafortunadamente, muy poca de esta formalización ha sido aplicada en la mayoría de los países de América Latina: la evidencia que se dispone indicaría que la distribución de la situación de la salud, de los estilos de vida y del acceso a los servicios de la salud entre los diferentes grupos socioeconómicos siguen patrones que colocan a los grupos más vulnerables en situaciones de mayor desventaja, en un claro panorama de inequidad. Por otra parte, y dada la evidencia creciente de que los aportes de la medicina y la atención de la salud son muy limitados en la mejoría del estado de salud de las poblaciones, y que gastar más en atención de salud no producirá grandes mejoras en la misma, el enfoque de trabajo actual se orienta hacia los determinantes de la salud, en particular a los relacionados con los hábitos y estilos de vida. Estos serían responsables, en las enfermedades de mayor mortalidad, de hasta el 75 % de la carga de mala salud de la gente. Entre estos hábitos y estilos de vida destaca el tabaquismo. Este es considerado como una de las mayores pandemias de causa evitable, y es uno de los pilares en la producción de muerte y discapacidad: de un total de 57 millones de muertes estimadas en el mundo en el 2002, 26,2 millones fueron por enfermedades relacionadas al consumo de tabaco.